Una de las preguntas más frecuentes a los terapeutas de pareja en terapia de parejas es si es posible estar enamorado de dos personas a la vez. Dicha pregunta no va asociada a casos únicamente de infidelidad, sino a casos donde una persona está afectivamente involucrada con otras dos y siente que está realmente enamorada de ambas a la vez.
Para poder dar una respuesta lo más sensata posible a esta pregunta, habría que partir por mencionar varios aspectos relevantes: desde que moralmente está mal visto tener varias parejas, ya que se mantiene el constructo social de pareja monogámica, hasta el hecho de que, si bien es una situación que produce dolor, no está mal ni es “anormal” sentir amor por dos personas. Lo que sí es que se debe comunicar a la pareja de que esto está sucediendo para que pueda elegir qué hacer y, sobre todo, nosotros evaluar el nivel de compromiso que hemos adoptado con ella (con la pareja) y si merece la pena como para no actuar pese a tener sentimientos por otra persona.
Estar enamorado de dos personas: cómo tratarlo en terapia de parejas
Por otro lado, para hablar de amar a dos personas hay que tener en cuenta las diferencias neurofisiológicas propias de las distintas etapas de una relación de pareja.
Sabemos que la primera fase de una relación es el enamoramiento y dura solamente entre ocho meses y un año y medio. En ella prevalecen las emociones, las cuales se caracterizan por ser muy intensas y no permitirnos ver al otro desde una perspectiva del todo “realista”. Las sustancias químicas que predominan en esta etapa son la adrenalina y dopamina, hormonas del placer que ponen en marcha el sistema de recompensa cerebral, gracias a la llegada de estímulos novedosos. No obstante, nuestro cuerpo está biológicamente imposibilitado de continuar sintiendo dichas emociones por mucho tiempo.
Cabe destacar que algunas personas se vuelven “adictas” a experimentar estas sensaciones por lo que van cambiando de pareja cada vez que la intensidad decrece. En aquellos casos en que la relación continúa, se pasa a una segunda etapa conocida como amor romántico que puede prolongarse entre unos tres o cuatro años. En dicha etapa, ya las emociones intensas han perdido fuerza y emergen sensaciones asociadas a la acción de la oxitocina, hormona del apego. Así, se van construyendo sucesivamente los sentimientos, los que a diferencia de las emociones son mucho más profundos y duraderos. No obstante, lo que se siente en estos primeros años se caracteriza por ser aún un amor egocéntrico e inmaduro, donde más que el otro lo que nos importa es lo que nos da y lo que nos hace sentir.
Después de cuatro años las parejas estarían en condiciones de llegar a una tercera etapa que, siguiendo el concepto desarrollado por Otto Kernberg, se denominaría amor sexual maduro o amor verdadero, el cual, implica el sentido de gratitud por el amor recibido, así como la responsabilidad por el otro tal que el proyecto de vida y la felicidad de la pareja, se convierte en un objetivo personal.
Gracias a su profundidad y estabilidad, el amor verdadero se trataría de un sentimiento mucho más real aunque menos intenso, caracterizado por intimidad emocional, generosidad y empatía, donde queremos lo mejor para el otro y su sufrimiento es tan relevante como el nuestro por lo que no cabría la posibilidad de hacerle daño a partir de una infidelidad, por ejemplo. No obstante, dentro de la terapia de pareja sabemos que no todas las relaciones de pareja que llevan años juntas han sido capaces de alcanzar este tipo de amor más evolucionado.
Tenemos que ser conscientes de que no son comparables aquellas sensaciones que nos invaden cuando estamos recién conociendo a alguien nuevo que nos atrae, que esos otros sentimientos más profundos que son los que sustentan un amor más perdurable. Lo que generalmente puede estar ocurriendo es que con la primera pareja (la de mayor data), nos encontremos en la segunda o tercera fase de la relación, en tanto que con la nueva pareja estaríamos en la primera etapa o inicios de la segunda etapa. Por ello, suele pasar que esta sensación de amar a dos personas a la vez, no dure mucho tiempo ya sea porque ese “amor” se basó solamente sobre la química; o porque es muy difícil mantener planes a futuro con dos personas distintas simultáneamente.
Lo que se hipotetiza es que cuando creemos sentir amor por dos personas, de acuerdo con la definición de amor sexual maduro, no se estaría amando realmente a ninguna de las dos. Posiblemente aquellas personas propensas a confundir sus sentimientos sean aquellas que no han podido evolucionar con su pareja inicial a la fase de amor maduro, muchas veces debido a que prevalece el miedo a la intimidad emocional o a la entrega total a una sola persona. En estos casos la nueva pareja vendría a jugar el rol de lo que se conoce como “el tercero incluido”, cuya función es establecer una cercanía riesgosa con la persona en conflicto (aquella que dice amar a dos), papel que también puede cumplir el exceso de trabajo, la excesiva dedicación a los hijos, el abuso del alcohol, etc.
Por tanto, como profesionales de la psicología es importante que hagamos énfasis al paciente que llega a terapia de parejas con esta diatriba de que antes de concluir que ama a dos personas, es necesario que haga una reflexión sobre la etapa en la que está con su pareja inicial, así como valorar si realmente ama a la segunda persona o más bien, se está dejando llevar por la novedad de la situación. Es muy probable que antes de tomar una decisión, el paciente deba atender una posible crisis de pareja e intentar comunicarla y proponer alternativas de solución con la finalidad de no tomar decisiones precipitadas o de las que a futuro, podría arrepentirse, ya como como dice el cantante José José:
“Casi todos sabemos querer
Pero pocos sabemos amar
Y es que amar y querer no es igual
Amar es sufrir, querer es gozar
El que ama pretende servir
El que ama su vida la da
Y el que quiere pretende vivir
Y nunca sufrir, y nunca sufrir”