En España, la Ley de 1985 planteaba explícitamente los beneficios y la necesidad de escolarizar en centros ordinarios a todas aquellas personas “con deficiencias psíquicas y sensoriales” a través de apoyos individuales específicos surgiendo así la educación inclusiva. Solo cuando las características del alumno no hicieran posible su inserción en el sistema educativo convencional, se debía recurrir a centros de educación especial.
¿En qué consiste la educación inclusiva en España?
En un aula académica existen alumnos con perfiles muy diferentes, por ello, la escuela inclusiva es aquella que se define por la integración de todos los alumnos al ofrecer una enseñanza con una adaptación curricular que tiene en cuenta las características y necesidades de cada alumno.
Posteriormente, la Ley Orgánica 1/1990 de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) apostó claramente por los principios de normalización e integración, introduciendo por primera vez el concepto de necesidades educativas especiales (NEE) para referirse a aquellos chicos y chicas que, llevando a cabo su escolarización en aulas ordinarias, precisaban de apoyos extras por profesionales con formación en Educación Especial e incluso algún tipo de adaptación curricular para superar deficiencias o problemas de desarrollo o aprendizaje.
Con la Ley Orgánica de Educación (LOE, 2006) se ahondó en el compromiso social de los centros de realizar una escolarización sin exclusiones, respondiendo a los principios de calidad y equidad. Además, se intentó dotar a los centros escolares de la autonomía suficiente para favorecer la inclusión de todos los alumnos.
La Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE, 2013) que es la normativa más actual, tiene entre sus objetivos promover el máximo desarrollo personal y profesional de las personas. Sin embargo, diversos sectores relacionados con la educación consideran que no supone ningún avance significativo en material de inclusión escolar.
Características de una escuela inclusiva
En España, hay una serie de características que hacen que una escuela pueda considerarse inclusiva, es decir, que imparte una educación inclusiva:
- Las diferencias son tomadas como base de la programación y planificación de las actividades en el aula.
- El aprendizaje tiende a ser significativo y basado en el contexto en el cual se desarrolla.
- Es importante considerar la cultura del grupo social.
- El tiempo es utilizado de manera flexible.
- Se recurre a múltiples recursos didácticos, proporcionando materiales variados que generen el interés de los estudiantes y puedan ser utilizados por ellos.
- Se ofrecen opciones de aprendizaje conforme el perfil personal o estilos cognitivos.
- Los estudiantes son estimulados para realizar elecciones conforme a sus intereses.
- El logro se determina desde un punto de partida o línea de base.
- La potencialidad del estudiante es desafiada en todo momento.
- Se busca que los alumnos interpreten los hechos y no que les sea trasmitida la interpretación de otros.
- El aprendizaje colaborativo es fundamental.
- Los temas tratados son adaptados teniendo en consideración los requerimientos de cada uno de los estudiantes para el logro de los objetivos comunes.
- La evaluación es continua, diversificada y tiene como propósito una permanente adaptación a las necesidades del estudiante.
- El docente está siempre atento a las distintas manifestaciones de la inteligencia y para descubrir nuevas estrategias de aprendizaje para todos y cada uno de los estudiantes.
La educación inclusiva favorece a todos
El catedrático de Psicología de la Discapacidad de la Universidad de Salamanca (USAL), Miguel Ángel Verdugo, ha defendido que la educación inclusiva genera “resultados superiores en rendimiento académico, interacción social y habilidades” en todos los alumnos, puesto que el compartir con chicos que presentan alguna discapacidad hace que la mayoría de jóvenes se vuelva más solidario, más comprensivo de las diferencias que puede haber entre una persona y otra, y esto hace que sea más fácil la integración entre unos y otros (Paredes, 2014).
A su vez, Verdugo lamenta la frecuencia con la que se encuentran “prejuicios” entre los profesores, que “tienden a fijarse únicamente en lo que los alumnos no hacen bien, en lugar de los logros que obtiene, justificando así la falta de resultados”. Desde su punto de vista, el camino hacia la inclusión educativa debe suponer “un cambio cultural que requiere planificación, incentivación y evaluación continua” (2016). Por tanto, queda claro que hay profundizar en la formación de profesorado para la educación inclusiva, haciendo hincapié en la capacitación para un nuevo rol, tanto del profesor tutor como del de apoyo, para poder llevar a cabo estrategias adecuadas para la mejora escolar y el mantenimiento de la motivación de cada alumno.
ISEP cuenta con el Máster en Educación Especial con el que el maestro conocerá los instrumentos de observación y registro para detectar dificultades de aprendizaje en sus alumnos y ajustar la atención psicopedagógica que requiera cada niño con necesidades especiales. Sabrá desarrollar programas de intervención específicos en distintas áreas de aprendizaje. La formación del profesorado es clave para conseguir la tan anhelada educación inclusiva en España.