El Papel del Psicólogo en la Pérdida de Peso de Personas Obesas

master en psicologia clinica

Hoy en día nuestra sociedad se hace cada vez más consciente del mensaje distorsionado que muchas veces recibimos sobre el peso y la figura corporal en los medios de comunicación. En cuanto a exigencias estéticas se refiere, resulta cada vez más común escuchar voces disidentes, muchos rostros conocidos de la industria de la moda renuncian a los retoques post-fotográficos, posan sin maquillaje, denuncian ambientes tóxicos para la salud que favorecen trastornos de alimentación o bien defienden abiertamente una simetría corporal distinta a la norma como forma de visibilizar el problema.

A nivel social es innegable la influencia de los modelos estéticos imperantes en cada época, los cuales de forma más o menos directa han contribuido al desarrollo de creencias irracionales o sobre-exigentes sobre el peso, creencias neuróticas en torno al cuerpo, que en su extremo más dramático han facilitado el tránsito patológico de personas potencialmente vulnerables al desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria.

Es preciso señalar que la obesidad es un estado complejo que implica la influencia de factores genéticos, fisiológicos, conductuales y ambientales que varían entre los individuos (American Psychiatric Association, 2013). Debido a esta complejidad no podemos afirmar que existan a día de hoy unos rasgos de personalidad que determinen la obesidad, aunque sí se han indicado aspectos importantes como, por ejemplo, la predisposición de las personas obesas con alto neuroticismo y baja conciencia (personalidad tipo A) a padecer una alta probabilidad de pasar por ciclos de pérdida y ganancia de peso durante toda su vida.

Y es que el rasgo de impulsividad es considerado el predictor más fuerte del sobrepeso, conclusión bastante lógica ya que para mantener un peso saludable es preciso seguir una dieta balanceada y un programa de actividad física constante, conductas que implican compromiso y moderación, y por tanto, difíciles de sobrellevar para individuos altamente impulsivos (Sutin, Ferrucci, Zonderman, & Terracciano, 2011).

Consecuencias psicológicas de la obesidad

La obesidad posee innegables consecuencias a nivel médico (cardiopatías, hipertensión arterial, diabetes, aumentos del colesterol, patología renal, artritis, fatiga crónica, asma, apnea de sueño e incluso ciertos tipos de cáncer) a nivel social (estereotipos, prejuicio y trato injusto hacia los individuos debido a su exceso de peso o su obesidad) y a nivel psicológico tales como la depresión y la ansiedad. En este sentido está asociada con el aumento de afectos negativos, lo cual se refleja en emociones como angustia, ira, disgusto, miedo y vergüenza (Pasco, Williams, Jacka, Brennan, & Berk, 2013). Y he aquí donde la regulación emocional entra en juego, ya que sabemos que tanto eventos importantes de la vida como problemas cotidianos pueden desencadenar emociones negativas, que conduzcan a la ingesta emocional (May, 2011). Esta ingesta se explicaría como un mecanismo de regulación aprendido para afrontar estados de aburrimiento, frustración o ansiedad.

Esta conducta de regulación disfuncional está asociada al circuito de recompensa producida por el sistema dopaminérgico que se activaría al comer, lo que produce un ciclo que perpetúa el problema. Desgraciadamente recurrir a este mecanismo puede degenerar en problemas serios como el “trastorno por atracón” (DSM-V), manifestado en deseos inmediatos e incontrolables de ingerir alimentos, generalmente altos en contenido calórico y a gran velocidad, reduciendo con esto la llegada de la sensación de saciedad y resultando en sentimientos de culpabilidad tras el episodio. Si, además, se está implicado en dietas constantes se producirán a la larga ciclos de pérdida–recuperación de peso que pueden conducir al obeso al desarrollo de psicopatologías (Moral de la Rubia, 2002).

Las consecuencias psicológicas de la obesidad producen en los individuos potenciales el desarrollo de una imagen corporal negativa, con un continuo estrés, timidez e incomodidad en las relaciones sociales; una sobrevaloración de la importancia de la apariencia física y una autovaloración negativa que puede conllevar consecuencias directas en la autoestima (Rosen 1996). En vista de lo expuesto el enfoque más exitoso será necesariamente pluridisciplinar, donde la identificación y el tratamiento de las características psicológicas resultará tan fundamental como los demás factores etiopatogénicos, ya se encuentren estos en la génesis de la obesidad, sean consecuencia de ésta o simplemente estén presentes de forma simultánea.

Psicoterapia a pacientes en un programa de pérdida de peso

Aportamos aquí las recomendaciones básicas de la American Psychological Association (APA), aspectos importantes que debemos observar en consulta cuando un paciente se encuentra ante el inicio de un programa de pérdida de peso:

– Como primer paso, es crucial hacerse consciente de qué comemos y cómo comemos; monitorizar los hábitos alimentarios mediante un autorregistro, incluida la hora y las cantidades estimadas; registrar los sentimientos y pensamientos y hacerse preguntas después del episodio sobre el estado de ánimo, o si la conducta ha sido contingente a un episodio estresante.

Es necesario recordar que las personas estresadas pierden el sueño, hacen menos ejercicio y toman más alcohol lo que contribuye a incrementar el peso (Harvard Health Publications, 2012; Sinha & Jastreboff, 2013).

– Hacer porciones pequeñas de las comidas e ingestas más habituales, esto hará el proceso de adelgazamiento menos traumático, pronto se descubre que las porciones pequeñas son igual de satisfactorias que las grandes.

– Aunque el tratamiento de la obesidad en ocasiones conlleva que los sentimientos de depresión que se puedan haber experimentado previamente disminuyan, una pérdida de peso nunca es exitosa si todavía se arrastra el mismo nivel de estrés o sentimientos negativos previos al adelgazamiento, por lo que es preciso trabajar en estos aspectos antes de empezar el programa de bajada de peso.

– Perder peso es más fácil si se cuenta con el apoyo de familia y amigos. Puede ser buena idea tratar de promocionar en el hogar y en el círculo de amigos opciones de alimentación más saludables, mínimos cambios de hábitos pueden producir grandes resultados.

– Obtener el apoyo de alguna amiga o compañero para que preste ayuda que esté realizando un programa de pérdida de peso cuando este está tentado de abandonar el nuevo estilo de vida es un buen recurso, pero hay que asegurarse de que no se convierte en una competición por ver quién pierde más peso.

– No hay que obsesionarse con los “días malos” que se puedan tener ni culpabilizarse por perder el control. Es preciso observar los pensamientos y sentimientos de ese día que han causado una ingesta excesiva, y preguntarse cómo se podrían gestionar de otra forma que no implique el descontrol alimentario. Un profesional de la psicología debidamente cualificado dentro de un enfoque multidisciplinar puede resultar crucial a la hora de ayudar a formular un plan de acción para gestionar emocionalmente estos episodios y conseguir el éxito a largo plazo.

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