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La fatiga por compasión fue empleada por primera vez por Carla Joinson en 1992, al realizar un estudio sobre el síndrome de burnout en enfermeras de urgencias. A continuación os detallamos este curioso fenomeno también llamado fatiga compasiva y que en múltiples ocasiones es difícil de diagnosticar puesto que no es tan conocido como pudiera ser la fatiga por ansiedad, la fatiga por estrés o la fatiga emocional.
¿Qué es la fatiga por compasión?
El cuidado de los pacientes que experimentan el trauma, el dolor y el sufrimiento puede afectar en gran medida la salud del psicoterapeuta o del personal sanitario, dando lugar a lo que se conoce como fatiga por compasión. Este concepto es definido como un tipo de estrés resultante de la relación de ayuda terapéutica, de la empatía y del compromiso emocional con el paciente que sufre y padece (Myezyentseva, 2014).
Dicho fenómeno suele afectar, sobretodo, a profesionales que trabajan con el objetivo de aliviar el sufrimiento en la vida de las personas en momentos cercanos a la muerte, y es la resultante del desbalance entre cuidar a otros y cuidarse a sí mismo.
La compasión es definida como “un sentimiento de profunda simpatía y pesar por otro que es afectado por un sufrimiento o desgracia, acompañado por un intenso deseo de aliviar el dolor o eliminar su causa”. Por ello, la capacidad de compasión y empatía son elementos fundamentales para realizar el trabajo con pacientes terminales o en cuidados paliativos, aun cuando podemos ser lastimados por el trabajo (Myezyentseva, 2014).
Se dice que la ayuda a otros y la autosuficiencia representan un patrón de conducta que suele ser bien visto en esta cultura de súper productividad, y atañe a personas que suelen decir: “¡Ya te ayudo yo!, ¡Déjalo en mis manos que yo lo hago”. De hecho, estos individuos suelen obtener refuerzo positivo (motivación extrínseca) ya que se ofrecen a poner solución a aquello que tiene que hacerse, o que nadie más puede/quiere resolver. No obstante, hay autores que señalan que la satisfacción por compasión (SC) es el sentimiento de plenitud y alegría de ayudar a otra persona y proviene de una motivación más intrínseca que extrínseca. Representa una forma de esperanza, fuerza, y en última instancia, resiliencia. Dicha satisfacción por lo que se hace, es lo que permite lidiar día a día con otra desgracia o tragedia (Samhsa, 2014).
Factores principales en la fatiga por compasión
Existen cuatro factores principales que contribuyen al desarrollo de la fatiga por compasión:
a) Pobre autocuidado.
b) Trauma no resuelto del pasado.
c) La incapacidad o la negativa para controlar los factores del estrés.
d) La falta de satisfacción en el trabajo (Myezyentseva, 2014).
Algunos síntomas previos a la fatiga por compasión que suelen pasar inadvertidos son: la disociación, la ira, la ansiedad, trastornos del sueño, agotamiento y sensación de estar abrumado, pesadillas, sensación de impotencia y fracaso.
Náuseas, cambios en el peso, dolores de cabeza, mareos, desmayos, y problemas de audición; síntomas como el abuso de sustancias, pasar menos tiempo con los pacientes y amigos, parecer indiferente, aparición del sarcasmo y cinismo (Myezyentseva, 2014).
Asimismo, la fatiga por compasión comparte con el estrés postraumático, tres grupos de síntomas:
1.- Reexperimentación (revivir, recordar con una gran carga emocional).
2.- Evitación y embotamiento psíquico (actitudes de distanciamiento tanto físico como afectivo de las personas, no sólo pacientes).
3.- Hiperactivación o hiperarousal (estado de tensión, alerta permanente y reactividad)
Cómo tratar la fatiga por Compasión
Existen una serie de sugerencias básicas para manejar la fatiga por compasión (Samhsa, 2014):
El personal psicoterapéutico y sanitario que trabaja en este tipo de entornos debe centrarse en la construcción y/o mantenimiento de sus capacidades y fortalezas, contribuyendo a su capacidad de recuperación conductual, cognitiva, física, espiritual y emocional, razón por la cual, debe enfocarse en los componentes básicos de la resiliencia: dormir adecuadamente, tener una buena nutrición, practicar actividades físicas regularmente y la relajación activa (por ejemplo, el yoga o la meditación).
Por otro lado, es importante tomarse el tiempo necesario para aprender acerca de la población con las que se trabaja. Para ello es útil, iniciar conversaciones que promuevan sentimientos positivos entre la persona y su entorno. De igual manera, se debe participar en la celebración de los éxitos y en el dolor de las derrotas junto a los compañeros de trabajo
El estar a solas un tiempo también permite ver las cosas con perspectiva, pensar, meditar y descansar. Incluso, en momentos, alejarse del entorno y/o población tratada, puede ayudar a recordar que no todos los lugares son problemáticos.
Por último, se debe dejar ir el estrés o la ira o en honrar la memoria de los que ya no están, dependiendo de la situación.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]