Millones de neuronas son estimuladas por la información que recogen nuestros cinco sentidos. Pero… ¿qué es lo que finalmente permanece en nuestra memoria? Si cerrásemos los ojos en busca de nuestros recuerdos de infancia en la escuela, sobre los conocimientos que nos transmitían nuestros profesores, vendrían a nuestra mente imágenes o sonidos de aquello que nos impactó, nos emocionó, que fue original y nos gustó tanto que quizá nos llevó a especializarnos en esa materia.
Sin emoción no hay una buena coordinación mental, no hay aprendizaje, ni memoria. Es a través de nuestro sistema límbico o cerebro emocional, donde empieza la maravillosa aventura de aprender.
Por medio de juegos lúdicos, adaptados a cualquier edad, la liberación de endorfinas hace posible que se aumente el aprendizaje. Nuestra parte del cerebro más primitiva se pone en funcionamiento para captar todo aquello que sea importante en nuestra supervivencia. La amígdala se activa junto con el Núcleo Accumbens, el Tálamo y el Hipocampo para hacer posible los recuerdos emocionales, vinculados a la recompensa, a la risa, al placer, al miedo, a la memoria y manejo del contexto.
Son los neurotransmisores, las sustancias necesarias para que se produzcan las conexiones neuronales, un exceso o un déficit producen alteraciones tanto de comportamiento como cognitivas. En el aprendizaje destacamos la dopamina, importante para activar estados de alerta, memoria de trabajo, motivación y claridad mental. La serotonina actúa facilitando la memoria de trabajo, relajación, placer y satisfacción. Con la norepinefrina tenemos buena intuición, concentración, ejecución, persistencia y recuerdo mental.
Para un cerebro emocional sano, deporte cardiovascular
Importante que nuestro cuerpo esté en movimiento; el deporte cardiovascular proporciona una mejor calidad en nuestros neurotransmisores, oxigenando nuestro cerebro y dotándolo de mayor aporte sanguíneo, de esta manera, mejora el rendimiento académico. También aumentan las concentraciones de serotonina, dopamina, adrenalina y noradrenalina, y esta actividad cerebral proporciona una mejor memoria motora, aumenta la retención de vocabulario, mejora la discriminación visual al aumentar el estado de alerta, la atención y la motivación.
Está demostrado que el deporte favorece el control de la ansiedad y, como resultado, aumenta la concentración. Es la zona prefrontal del cerebro, la parte más susceptible de mejorar con el ejercicio, afectando a las funciones ejecutivas (habilidades cognitivas que dirigen nuestra conducta y nuestra actividad cognitiva – emocional ayudándonos a planificar, organizar, iniciar, inhibir conductas, supervisar, prever consecuencias, cambiar de planes).
Uso de las Nuevas Tecnologías como herramienta de aprendizaje
Todo ello, traducido a nuestras aulas, nos conduce a un nuevo formato en la impartición de materias, donde el uso de las Nuevas Tecnologías para trabajar aspectos como atención, memoria, aprendizaje, lectoescritura, inteligencia emocional, habilidades sociales, visuales y motoras… adquieren un papel fundamental para motivar a los alumnos, también el uso de juegos en los trabajos cooperativos y la utilización de espacios abiertos, donde se combine la información con el movimiento, serían algunas de las ideas a poner en práctica.
El fomentar la curiosidad, la creatividad, la imaginación, el interés son aspectos que todo currículo escolar tiene que contemplar.
Debemos aprovechar las ventanas de oportunidad para aprender cuando el cerebro va madurando, como son el desarrollo motor (0 a 8 años), el control emocional (3-4 meses a 3 años), el vocabulario (1 a 6 años), el habla (0 a 5/8/10 años), las matemáticas/lógica (0 a los 4 años), la música instrumental (3 a los 10 años)… Sin olvidarnos que podemos seguir aprendiendo a cualquier edad.
Es un reto conocer los gustos, talentos y expectativas de nuestros alumnos para transmitir nuevos contenidos, adaptados a ellos individual y colectivamente. Ahí está la clave del éxito.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][/vc_column][/vc_row]