Comienza la competición olímpica Tokio 2020, donde se reúnen los mejores atletas del mundo. La cita, que se celebra con un año de retraso por la pandemia del Sar-Cov-2, es propicia para que profesores y alumnos repliquen en los salones de clase y los colegios los valores, la disciplina y la excelencia que se respira en los juegos olímpicos. ¿Cómo? Con la celebración de unas olimpiadas del conocimiento en el salón de clases o el colegio. Pero antes de contarte cómo y para que unas olimpiadas del conocimiento, primero conozcamos un poco más sobre las olimpiadas y cuáles son específicamente esos valores olímpicos que los profesores deberían, aprovechando el contexto, destacar estos días en sus alumnos. Los juegos olímpicos modernos son un acontecimiento cuatrienal e internacional que convoca a los mejores deportistas de todo el mundo. En los juegos tienen representación cada nación y la competencia se celebra en verano e invierno. Se trata sin duda de un festival del deporte. Los primeros juegos olímpicos o los juegos de la antigüedad datan de hace 2.800 años. Tuvieron su origen en la ciudad de la Antigua Grecia, Olimpia y desde entonces mantienen el nombre de “olimpiadas”. De estos juegos antiguos se dice que se trataba de una celebración para honrar a los dioses. Deporte y arte eran las dos disciplinas que se exaltaban como enriquecedoras del cuerpo y el espíritu, respectivamente. No fue sino 1500 años después, en 1894 que se retomó el espíritu de los juegos olímpicos y se reanudó su celebración. El planteamiento fue acogido por todas las naciones de manera unánime y dos años después la celebración se realizaba en Grecia, país de origen de los juegos olímpicos. Los cinco anillos son desde entonces el símbolo de las olimpiadas para representar de manera simbólica la fraternidad y solidaridad entre los continentes. El ideal olímpico impulsado por el padre de las olimpiadas modernas, el Baron Pierre de Coubertin, siguen intactos en la actualidad. El mismo se resume en: Excelencia Amistad Respeto La Carta Olímpica que marca las directrices del movimiento olímpico y las líneas para celebrar las olimpiadas define al Olimpismo como: “Una filosofía de vida, que exalta y combina en un conjunto armónico las cualidades del cuerpo, la voluntad y el espíritu. Al asociar el deporte con la cultura y la educación, el Olimpismo se propone crear un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo, la responsabilidad social y el respeto por los principios éticos fundamentales universales”. (Carta Olímpica, 2020) El juego como estrategia pedagógica Con los valores del olimpismo en mente, el profesor puede reconstruir y practicar las nociones del juego como estrategia pedagógica con el objetivo de exaltar valores para la vida en sus alumnos. El juego constituye una de las herramientas más naturales e intuitivas del niño para explorar su entorno. El juego además posiciona al alumno como un actor activo del conocimiento y facilita la interacción social y la aprehensión del conocimiento en un ambiente más placentero, de participación, motivación, compañerismo y espontaneidad. El juego está presente en todas las etapas de nuestra vida, pero de manera más persistente en la niñez como método exploratorio. Permite el desarrollo de habilidades motoras, cognitivas, lingüísticas, sociales, culturales, emocionales y creativas. En el juego la comprensión de la subjetividad, el respeto a las reglas y las relaciones de compañerismo facilitan la construcción colectiva del conocimiento. El mismo se ha estudiado no como una actividad voluntaria que se dirige no a obtener un resultado externo a ella, sino como una actividad que busca el desarrollo del propio proceso. Así, el juego es un componente esencial para la construcción subjetiva, un proceso y no un fin en sí mismo y un componente para los logros en las áreas cognitivas. El juego es una práctica fundamental para la construcción subjetiva del niño/adulto desde las primeras etapas del desarrollo. Es por lo tanto el juego y no el jugar lo que se consolida semánticamente y pone el acento en su condición de movimiento y deconstrucción constante (Savazzini, M. 2014). En Homo Ludens (1990) Huizinga categoriza al hombre que además de trabajar (Homo faber) y pensar (Homo sapiens), tiene la potencialidad de desarrollar en todas las etapas de su vida aspectos lúdicos, el hombre que juega como un carácter esencial de sí y la manifestación inteligente de la vida. El juego es un desarrollo gozoso del conocimiento que destila libertad y por lo tanto, su presencia pedagógica no debe ser subestimada. En la educación infantil el juego es un recurso pedagógico que incentiva el bienestar y la expresión individual y espontánea, las habilidades sociales, la construcción de responsabilidades, juicios propios y respeto a las reglas, desarrolla la imaginación y la creatividad y exalta, cuando se aplica a materias y disciplinas como la ciencia o lenguaje, la alegría de la excelencia. Con el olimpismo y el juego como estrategia pedagógica como fundamentos, el pedagogo podría desarrollar a continuación un programa de olimpiadas escolares para el reforzamiento de los componentes teórico-prácticos del currículo escolar. Cómo organizar unas olimpiadas escolares Las olimpiadas escolares o mini olimpiadas son eventos que se conciben desde la estructura directiva o el cuerpo de profesores con el propósito de promover y fomentar el conocimiento de los alumnos y la interacción social. En general, las olimpiadas educativas versan en torno al deporte. Sin embargo, pueden concebirse olimpiadas escolares sobre cualquier temática: matemáticas, lenguaje, artes, ciencias, historia, etc. Logística y administración de las olimpiadas escolares Definir los integrantes del comité de las olimpiadas escolares de acuerdo al alcance (interno, intercolegial, interregionales) y la participación y representación de directores, profesores, padres, comunidad y estudiantes. Definir el presupuesto destinado al evento y los apoyos necesarios para su celebración. Definir la sede del evento, las fechas y los participantes. Extender invitaciones a colegios, jurados y autoridades regionales, locales y escolares. Definir las disciplinas, las normas generales de participaciónm los eventos y espacios culturales y recreativos para los participantes. Garantizar los alimentos, bebidas y transporte a los participantes. Si se trata de olimpiadas deportivas, garantizar la seguridad de los espacios y la presencia de bomberos o paramédicos en el lugar mientras se celebra el evento. Participación y diseño del programa de las olimpiadas Desarrollar de manera conjunta el diseño de las olimpiadas escolares coherente con el Olimpismo y el espíritu de hermandad que se busca promover. Garantizar la participación de todos los estudiantes, sin discriminación alguna. Diseñar un programa de competición que tome en cuenta la edad y el nivel escolar del alumno. En lo posible que la multidisciplinariedad esté presente en el evento y premiar a los alumnos de manera simbólica (trofeos, medallas, diplomas, dotaciones para el colegio ganador, exaltación en prensa estudiantil y local, calificación). Promover el Olimpismo, los derechos humanos, el respeto a la diferencia y otros valores y actitudes que sean convenientes. Documentación e institucionalización Documentar administrativamente el evento. Registrar los aciertos y desaciertos. Prestar apoyo, entrenamiento y buscar espacios para el desarrollo de las potencialidades de los concursantes destacados. Otorgar continuidad al evento y la preparación estudiantil. Promover el evento de manera que goce de reconocimiento y alimente positivamente la identidad del escolar y de las organizaciones educativas. Proponer a los colegios participantes y autoridades la institucionalización de las olimpiadas escolares para que se realicen de manera permanente, cuenten con un comité organizador, un presupuesto y se constituyan en un evento y una estrategia de enseñanza organizativa y cooperativa. Sabemos que estamos en un periodo donde muchos colegios aún no reanudan clases presenciales y la virtualidad sigue siendo la norma. No obstante, esto no es impedimento. Con las herramientas tecnológicas apropiadas y la participación activa de alumnos y docentes unas olimpiadas educativas 2.0 son posibles, y podrían llevarse a cabo incluso de manera más efectiva.