Psicoterapia en daño cerebral adquirido parte 3

Una vez más desde el blog de ISEP os traemos un nuevo artículo. en esta ocasión, continuando con una nueva publicación de la psicoterapia en daño cerebral adquirido (DCA).

Aunque puede leerse de manera autónoma, el presente supone la tercera parte del artículo Psicoterapia en daño cerebral adquirido (DCA) – parte 2.

El DCA a través de enfoques convencionales y de tercera generación

Además de las terapias desde enfoques más convencionales como el conductista o el cognitivo-conductual, en los últimos años están irrumpiendo con fuerza terapias de conducta de tercera generación. A pesar de que los estudios sobre su eficacia en pacientes con Daño cerebral adquirido (DCA) son pocos y a menudo representan estudios de caso único o poco controlados experimentalmente, es cierto que algunos resultados son prometedores e invitan a probar dichas técnicas y a tratar de mejorar su aplicación con personas con lesiones cerebrales u otras enfermedades neurológicas.

Así, en los últimos años algunos clínicos han probado con técnicas basadas en mindfulness para lograr que la persona acepte mejor su situación y logre vivir sus experiencias sin mirar de reojo su vida anterior. En este sentido, otros autores han sugerido la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) como un recurso terapéutico válido para afrontar los procesos de duelo habituales en personas con DCA cuando existe conciencia total o parcial de la pérdida especialmente a nivel funcional y de autonomía puesto que suele acarrear problemas psicológicos asociados. En otra ocasión revisaremos la importancia de tomar en cuenta la intervención específica, si es posible, sobre la falta de conciencia de la enfermedad.

Un estudio de Kangas y Mc Donald realizado en 2011 encontró que la ACT parece ayudar a las personas a aceptar sus cambios cognitivos y psicológicos, y además parece tener potencial para mejorar la flexibilidad psicológica y cognitiva, capacidad estrechamente relacionada con la resiliencia y la adaptación. Onsworth publicaba en 2014 un artículo en el que revisaba la aplicación por parte de algunos profesionales de la Terapia Focalizada en la Compasión (CFT), que explica el desequilibrio psicológico como el fruto de una inadecuada interacción entre un sistema de autoprotección, otro vinculado a la motivación para lograr objetivos y un último sistema vinculado a la sensación de calma y seguridad. En ese sentido y según las conclusiones de dicho autor, la CFT parece tener potencial para favorecer una correcta interacción entre estos tres sistemas que contribuya a generar un estado psicológico equilibrado.

El daño cerebral adquirido (DCA) y las nuevas tecnologías

Cuando hablamos de adaptar la psicoterapia en DCA hablamos, en parte, de adoptar medidas que permitan facilitar la intervención y superar determinados problemas cognitivos a nivel de atención, concentración, comprensión verbal o memoria entre otros. Por ello, las nuevas tecnologías nos brindan una buena oportunidad para ello.

Así, por ejemplo, a través de realidad virtual podemos realizar un entrenamiento en determinadas técnicas de control de la activación como la respiración diafragmática, la relajación muscular progresiva de Jacobson e incluso determinados ejercicios de mindfulness para entrenar la atención o reducir determinados estados de ansiedad.

La realidad virtual se convierte por lo tanto en una herramienta útil en muchos casos en los que es posible trabajar a nivel de psicoterapia con el paciente. La inmersión que se logra con dicha herramienta permiten crear un entorno agradable para trabajar a la vez que reducimos elementos distractores y canalizamos su atención hacia el ejercicio que se desarrolla de manera visual y auditiva.

Como en el caso de las terapias de tercera generación su aplicación en DCA es aún muy reciente y actualmente existen pocos estudios bien diseñados que recomienden su aplicación. Sin embargo, no debemos obviar la oportunidad que representa.

La intervención psicológica con el entorno social directo

Si volvemos al esquema básico que proponíamos en hace unos párrafos, en relación al entorno social de la persona con DCA, hasta el momento hemos visto el papel que puede jugar para abordar los problemas emocionales y conductuales de la propia persona con lesión cerebral. Sin embargo, la intervención con los cuidadores, familiares especialmente pero también auxiliares profesionales, a menudo debemos ir más allá del asesoramiento y la psicoeducación para resolver o paliar los problemas de la persona a la que cuidan o con la que conviven.

Los familiares y los auxiliares como personas son susceptibles de sufrir alteraciones emocionales, más aún cuando hablamos de una situación – la de cuidar a una persona en situación de dependencia – que fácilmente puede conllevar desgaste emocional y alteraciones emotivo-conductuales asociadas a ello.

No olvidemos que los cambios en la vida de una persona con daño cerebral adquirido (DCA) traspasan a la propia persona afectando directamente a su sistema social más directo. En este sentido, el cambio brusco de la realidad requiere no solo que la persona con lesión readapte su vida y sus objetivos vitales, sino que también los hagan sus familiares. Por ello es importante ofrecer los recursos necesarios para favorecer dicho proceso y su bienestar general.

Por lo tanto, parece evidente que ofrecer pautas para favorecer un buen estado psicológico es importante, así como para prevenir la sobrecarga. Así, adaptar el grado de facilitación de las tareas por parte de los cuidadores atendiendo a las necesidades reales de la persona con DCA en las distintas actividades de la vida diaria y a los peligros potenciales implícitos en dichas actividades, ayuda a evitar el sobrecuidado, la hiperresponsabilidad y la sobreimplicación, todos ellos factores que suele contribuir a la aparición del síndrome de burn out. Del mismo modo que en el ejemplo anterior, podemos adoptar varias medidas y convertirlas en pautas y directrices de actuación ante determinadas situaciones y/o problemas.

Sin embargo, a menudo se vuelve imprescindible no solo ofrecer este tipo de apoyo, sino ofrecer un apoyo psicológico orientado al familiar/auxiliar, desde la escucha activa y la comprensión de sus problemas, con el objetivo de ayudarle y acompañarle para resolver sus dudas personales, sus miedos y las preocupaciones acerca no solo del presente si no también del futuro.

Sin duda, este es uno de los puntos clave para lograr un ambiente adecuado para facilitar el proceso de “vuelta al domicilio” y la reintegración progresiva de la persona con daño cerebral adquirido en la comunidad, minimizando el impacto y la interferencia que dicho proceso tiene sobre la vida personal de sus familiares.

Como vemos, la intervención psicológica en DCA debe tomar en cuenta muchos factores, pero ante todo nunca debe obviarse el entorno, es más, debe implicarse y darle un papel protagonista como pieza fundamental para lograr que todo el sistema – incluyendo persona, familia y cuidadores – sean capaces de sobreponerse al cambio vital que supone el DCA y desarrollar el mayor grado de bienestar posible.

El carácter interdisciplinar de la Neurorehabilitación

En el abordaje de una lesión neurológica como el Daño Cerebral Adquirido intervienen multitud de profesionales (neuropsicólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas, trabajadores sociales, psicólogos clínicos, enfermeros, psiquiatras, neurólogos, médicos rehabilitadores, etc.). Sin embargo, es imposible afrontar un abordaje terapéutico sin un enfoque holístico centrado en la persona y de carácter transdisciplinar como el que ofrece el Máster en Neurorehabilitación de ISEP, pionero por su carácter interdisciplinar.

Categorías:

Actualidad Neurociencias

¡Pregunta por nuestras becas y promociones!