28 de July de 2021, Alex
La Mariposa Isabella, la herramienta terapéutica para tratar traumas
“Sí, sí quiero continuar… y sí, sé que tengo que hablar de aquello… es solo que… hoy no… no, por favor. Hoy no me siento capaz de hablar de nada de aquello”. ¿Os suena? Hoy queremos hablaros de una herramienta terapéutica para tratar el trauma.
Hablar de los traumas en terapia De una u otra manera, cuando el paciente se enfrente a la situación de hablar de su trauma se va a sentir expuesto y vulnerable. Si el trauma es de naturaleza sexual, súmale un sentimiento de desnudez delante del terapeuta, y toda la carga emocional de los traumas sexuales: vergüenza, culpa, indefensión, suciedad. Forzar al paciente a hablar de un trauma va a tener un efecto tan negativo que seguramente estemos reforzando el factor de resistencia que estamos intentando derribar. El paciente debe hablar cuando se sienta preparado para ello y cuando sea capaz de enfrentar lo que tiene que contarnos sobre sus vivencias desde un enfoque actual, recordando pero no reviviendo. En determinados casos límite, forzar al paciente a enfrentar un trauma cuando no está preparado puede empujarle de la neurosis a la psicosis. Si nuestro paciente no tiene fuerzas para hablar, debemos inspirarle, pero nunca forzarle. Hacerle sentir que tiene el control de la consulta, que marca el ritmo, le ayudará a crear el vínculo terapéutico y, a partir de ese momento, a hablar de sus traumas.
¿Por qué una mariposa para la consulta en el psicólogo? Evidentemente, se puede reemplazar por cualquier otra cosa que prefiera el paciente. Un cochecito, una flor, hasta un botón. La mariposa surge cuando, inspirada en el paciente Isabella, la artista sevillana Mamen Sánchez (Instagram: byebye_fiona) dibuja la obra llamada “Mariposas azules”, simbolizando esos traumas que devoran por dentro como gusanos, y que a través de una terapia adecuada deben convertirse en mariposas que puedan sencillamente volar lejos de quien las está sufriendo. Ante la belleza de la mariposa nos olvidamos de que se trata de un gusano metamorfoseado. Una mariposa se puede dejar volar y por normal general no va a ser algo que nos produzca miedo ni rechazo. Además, la paciente se lo puede colocar en cualquier momento desde que sale de casa hasta justo antes de entrar a la consulta. A nadie le va a sorprender ver a alguien con un broche de una mariposa. Y es que este detalle de poder pasear por la calle con el broche en la solapa va a ser en sí mismo un refuerzo positivo, uno que el propio paciente en muchas ocasiones va a referir al llegar a consulta. En ocasiones lo hará con lágrimas en los ojos por sentir una liberación que no había sentido desde hacía años, quizá nunca. El broche se acaba relacionando con el trauma en sí mismo, siendo que es una forma de controlarlo o esconderlo, de decidir si quiere hablar de él o quiere actuar como si ese día nadie supiese del trauma. Durante muchos años, el trauma ha sido algo que hizo al paciente pensar que todo el mundo le miraba por la calle con desprecio y rechazo, que era una molestia para los demás, que debía mantenerse alejado de una sociedad que lo juzgaba y despreciaba. Ahora el paciente se pasea por la calle con “su trauma en la solapa”, por así decirlo, y a nadie le sorprende, nadie lo mira con desprecio ni lo juzga, la mayoría de las personas ni se dan cuenta o a sumo le dedican una fugaz mirada indiferente. De repente, ese trauma pasa a ser algo solamente suyo y que, por tanto, él controla. Poco a poco y si el terapeuta sabe orientarle con habilidad, el trauma y las emociones aparejadas pasan de ser un asfixiante secreto que le condiciona y le aleja de los demás a algo que llevar con naturalidad, que es solamente suyo, que los demás no van a mirar con desprecio ni van a conocer con solo mirarle. Algo que los demás, de hecho, sencillamente ni saben ni les preocupa. Ya no siente que en cada mirada y en cada comentario hay un desprecio o un juicio porque, a fin de cuentas, lleva su trauma en la solapa, y nadie le juzga por ello. Aunque simbólicamente y guardando límites, el trauma pasa a ser algo que se puede ver como algo físico, facilitando su enfoque y enfrentamiento. Y al final, poco a poco, como en el cuadro de Mamen Sánchez, ayudaremos a que esos traumas dejen de consumir al paciente y los deje volar…