Máster en Terapia de pareja: Intervención terapéutica en un caso de dependencia emocional

Las dependencias emocionales se definen como problemas relacionales reflejados en comportamientos adictivos en la relación interpersonal. Estas conductas se basan en una asimetría de rol y en una actitud dependiente en relación a la pareja. En ellas se observa un patrón recurrente de necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir de manera desadaptativa con otras personas (Castelló, 2000). Sirvent (2008) destaca tanto una pérdida de capacidad volitiva como de autonomía en este tipo de vínculos.

La falta de autoestima que refuerza el miedo a ser abandonados o quedarnos solos desencadena de inmediato conductas típicas de dependencia emocional. No se trata de tener más o menos estudios, más o menos poder adquisitivo, más o menos amistades; todos somos susceptibles de caer en una relación dependiente si no atendemos a algunas señales.

La clave está, según Silvia Congost (2016) en la “primera vez”. Cuando algo que no nos gusta o no nos parece bien ocurre por primera vez, es ese el momento para poner un firme límite, para decir que no. Si no lo hacemos, nos va a ser cada vez más y más difícil y entraremos en un círculo del que puede ser muy cuesta arriba salir. Si no nos negamos a aquello que no encaja con nuestros valores, ocurrirá una segunda vez, y una tercera, y una cuarta, etc. Y ya no habrá límite que nos detenga (Congost, 2016).

Cuando hablamos de “amar demasiado” no estamos hablando de amor real, porque tal y como describe Congost en su libro Cuando amar demasiado es depender, amar demasiado no existe y cuando así lo nombramos, lo que sucede es que estamos permitiendo cosas (en nombre del amor) que en ninguno de los casos deberíamos tolerar. Amar sin límites y por encima de nosotros mismos implica un amor distorsionado, un amor mal entendido, un amor dañino y tóxico que en vez de reforzarnos y ayudarnos a crecer, tan solo nos destruye (Congost, 2016).

A nivel terapéutico, cuando eres un psicólogo con formación en terapia de pareja, es importante detectar si el paciente que llega a tu consulta con un tema de pareja manifiesta los siguientes indicadores:

– Miedo a la ruptura: cuando tenemos dependencia emocional, nos sentimos absolutamente incapaces de romper con la otra persona y quedarnos sin él/ella. La simple idea de quedarnos solos nos paraliza porque no nos vemos capaces de seguir la vida sin esa persona. La pareja es un soporte “indispensable” e “imprescindible” para el dependiente emocional (Congost, 2016)

– Aislamiento social: cuando hay dependencia emocional todo gira en torno al otro y de ese modo vamos dejando de lado amigos, actividades y personas con las que disfrutábamos hasta el momento. Esto es muy peligroso porque si la relación acaba nos quedaremos completamente solos y no tendremos redes de apoyo (Congost, 2016).

– No aceptación del otro: cuando hay dependencia emocional, siempre sentimos que el otro tendría que cambiar alguna característica que para nosotros es básica, para que así podamos ser felices a su lado. Le exigimos que cambie o que sea como nosotros queremos ya que si no lo hace, no estamos bien. No obstante, somos capaces de “perdonarle” una y otra vez los fallos, y aunque estamos en discusiones y reconciliaciones continuas, preferimos estar mal con la pareja que acabar la relación y quedarnos solos (Congost, 2016).

– Incomprensión ajena: las personas a nuestro alrededor, difícilmente nos entienden, ya que no comprenden por qué si estamos tan mal, no dejamos a la otra persona. Es una relación absurda e irracional, a pesar de que quien la vive la siente como lo más importante y valioso de su vida (Congost, 2016).

Si el paciente cumple los indicadores señalados previamente, como psicoterapeutas estamos ante un caso de dependencia emocional. Para ello, la intervención terapéutica debe centrarse en tres ejes fundamentales del funcionamiento de la persona que conocerás con el Máster en Terapia de parejas de ISEP:

A nivel emocional

– Un objetivo primordial de la intervención es que el paciente desarrolle un suministro emocional interno, es decir; no satisfaga necesidades afectivas únicamente en focos externos, sino que trabaje con el interior de la persona para que sea capaz de ver que ella misma puede darse afecto y satisfacer sus necesidades.

– El manejo de emocionalidad negativa como la soledad, el fracaso o el rechazo serán primordiales para empezar a consolidar un funcionamiento emocional más adaptativo. Recuperar la sensación de control sobre sus propios estados afectivos. Generar responsabilidad emocional.

– Incrementar la generación de emociones positivas hacia su propio self; tales como la comprensión, la aceptación o la empatía. Lograr niveles adecuados de autoestima y reducir los niveles de emocionalidad negativas hacia el yo

A nivel cognitivo

– Detectar posibles creencias distorsionadas sobre su autoconcepto o sobre las pautas relacionales.

– El autoengaño se presenta como distorsión cognitiva, con idealizaciones y fantaseo excesivo al comienzo de la relación, generando sobreimplicación emocional, manipulación emocional adaptativa, mecanismos de negación y estrategias de afrontamiento evasivas.

– Para Ellis, (citado por Muñoz, 2002) el sentimiento de insatisfacción en las relaciones dependientes tiene que ver con expectativas poco realistas sobre las relaciones o las características que debería tener una pareja.

– El trabajo a este nivel a través de la reestructuración cognitiva supone un pilar fundamental en el abordaje de esta problemática.

A nivel interpersonal

– Implementar cambios en las pautas de relación generando que el paciente se relacione en otros ambientes más allá de la pareja.

– Entrenamiento en habilidades sociales, focalizado sobre todo en pautas de comunicación asertivas.

– Funcionamiento de la relación en pareja entendida no como una simbiosis, si no como una complementariedad.

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