Neurociencia en el Contexto de la Guerra

En los conflictos bélicos del siglo XXI no hay distinción entre combatientes y civiles, infraestructuras militares o civiles… Son guerras totales. El 80% de las víctimas en los conflictos armados son civiles y el 10% sufrirá graves problemas de salud mental, desarrollará comportamientos incapacitantes que les impedirá llevar una vida normal y un porcentaje más elevado de soldados requerirán tratamiento psiquiátrico y/o psicológico tras el combate (datos facilitados por la Organización Mundial de la Salud).

Marina Mestre, alumna del Máster en Neuropsicología Clínica de ISEP, centra su sesión clínica de final de máster en cómo el contexto de la guerra afecta a nivel neurológico. Parte importante de su estudio trata las repercusiones de crecer en contextos bélicos. La exposición de niños a la violencia está correlacionada con angustia psicológica, concretamente depresión, ansiedad y estrés post-traumático (PTSD). En los últimos 10 años han muerto 2 millones de menores en conflictos armados y unos 300 mil son usados como soldados en más de 87 países del mundo.

Mestre trata los factores de riesgo en los niños soldado (abducción, edad del alistamiento, exposición a la violencia, etc.) y los factores protectores (familia, aceptación social, educación, etc.) y repasa varios estudios de seguimiento de estos niños una vez fuera de la guerrilla. Destaca una resilencia del PTSD del 59% pre-intervención y de un 42% post-intervención. Tras 15 meses de seguimiento la sintomatología del PTSD desciende, pasa del 53% a un 3%.

La exposición de Marina Mestre incluye las repercusiones neurológicas de otras figuras clave en los conflictos armados, como los refugiados de guerra, quienes tienen 10 veces más probabilidades de sufrir PTSD que la población general debido a estresores psicológicos como detenciones, hospedaje inseguro, negación para trabajar y problemas con oficiales de inmigración. En este caso, las terapias que mejores resultados han dado son NET y terapias cognitivo conductuales.

Los veteranos de guerra también presentan patologías neuropsicológicas. Las que prevalecen sobre todas son las lesiones cerebrales traumáticas (TBI) y los desordenes de estrés post-traumático (PTSD), ambas asociadas a altos índices de suicidio y abuso de sustancias, con cambios neuropsicológicos como irritabilidad, ansiedad, depresión o problemas del sueño, entre otros, y cambios neuroanatómicos y funcionales. En Estados Unidos 1 de cada 6 soldados necesitaron tratamiento psiquiátrico y/o psicológico tras Iraq. El rol de la culpabilidad es clave en el desarrollo de PTSD. Guskiewicz et al. (2007) creen que el alto índice de traumatismos encefálicos que sufren los soldados puede interferir en la recuperación neuropsicológica y aumentan el riesgo de discapacidad neuropsicológica crónica y de demencia precoz.

La alumna del Máster en de Neuropsicología Clínica añade en su sesión clínica la teoría de la comorbilidad TBI y PTSD, y el uso de la neuroterapia Flexyx Neurotherapy System (FNS) para su tratamiento, con el objetivo de modificar el patrón EEG de pacientes mediante el neurofeedback, por medio de una fuente externa. El FNS crea una corriente electromagnética que estimula partes predeterminadas de nuestro cerebro a través de unos cables con electrodos. Lo que se pretende con esto es reducir la amplitud de las ondas lentas (theta) y aumentar el porcentaje de tiempo en que se presentan las ondas rápidas (beta) para mejorar el estado de atención y, por lo tanto, obtener mejores resultados en la rehabilitación de funciones cognoscitivas.

Consulta la presentación Neurociencia en el contexto de la guerra de Marina Mestre.

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