Los individuos adecuan su manera de hablar según las características de la situación a la que se enfrentan, el objetivo del acto comunicativo, el tema del que se habla y el vínculo entre los interlocutores. Por ejemplo, cuando se habla con los amigos se hace de un modo diferente a cuando se habla con un profesor o con un adulto. ¿Cómo podemos enseñar a los más pequeños a adecuar su lenguaje?
Es muy importante aplicar correctamente programas de logopedia educativa en la etapa de Educación Infantil para que los niños, de adultos, sepan diferenciar entre registro formal e informal y aplicarlos correctamente. Ambos se subdividen en dos categorías: culto e inculto. Hagamos un breve recordatorio de las características de cada uno:
El registro culto formal se centra en la transmisión de contenidos y es el que se usa en el lenguaje de los medios de comunicación noticiosos, en reuniones de trabajo, en informes, actas, ensayos y trabajos escolares, etc.
El registro culto informal, centrado en la interacción personal, es el que se usa en situaciones comunicativas de carácter coloquial como en programas televisivos de entretenimiento, las cartas personales, etc.
El registro inculto formal está centrado en la transmisión de contenido y, aunque el hablante distingue entre una situación comunicativa formal y una informal, su escaso manejo gramatical y de vocabulario le impide cumplir las reglas sintácticas y gramaticales para una adecuada construcción del discurso.
El registro inculto informal está centrado en la interacción personal y es empleado por personas que no han accedido a la norma culta en sus experiencias más cercanas y habituales, por lo que da cuenta de un léxico o vocabulario escaso con alteraciones fonéticas y morfológicas en las palabras.
Los niños de Educación Infantil requieren aprender este tipo de diferencias en el lenguaje oral, razón por la cual se sugieren varias estrategias, incluidas en el Máster en Logopedia Educativa:
– Los rituales y fórmulas de cortesía. Pueden desarrollarse en las situaciones normales de la vida cotidiana, pero también podemos hacerlo mediante la dramatización o representación. Podemos elaborar un juego que mimetice escenas como: compra-venta, visitas, conversaciones en familia o en distintas situaciones sociales (Romea, 2012).
– La lengua espontánea (diálogos, coloquios). Aquí no es tan importante la corrección lingüística, ya que se habla coloquialmente; en cambio cobra gran importancia la entonación, la expresión de la cara, los gestos de la cara, etc. Es la forma en que nos expresamos más habitualmente. Es bueno fomentar este lenguaje por medio de juegos. Entre ellos citamos los rincones de clase, mediante los cuales se representan situaciones del mundo adulto. También se encuentra el rincón de los disfraces permite adoptar diferentes identidades y, por tanto, diferentes lenguajes. Otros rincones pueden ser: la casa, la cocina, la peluquería, el castillo, el médico, etc. (Romea, 2013)
– La lengua semiespontánea. Aquí nos movemos en el terreno de un lenguaje más culto. Se procura el aprendizaje de nuevo vocabulario, conceptos y estructuras. Algunas actividades útiles para ello son:
1. Lectura de láminas con imágenes representativas, que nos permitan sacar provecho de su interpretación. Hay que hacer de ella una correcta lectura mecánica, comprensiva e interpretativa de lo que está representado. El contenido deberá estar relacionado con las actividades de clase y se presentará, habiendo dejado antes un tiempo para que los niños hagan preguntas. Después se hará la lectura global por medio de preguntas que induzcan a reconocer el tema principal de la lámina. Esta actividad nos permite evaluar el nivel de competencia y actuación lingüística de los alumnos (Romea, 2012).
Tras esto, pasaremos al análisis descriptivo. En él se verbalizarán nombres y adjetivos. Se tendrán en cuenta los lugares, personas, animales y objetos. Tras la lectura global, pasaremos al análisis narrativo que implica el uso de los verbos y sus completos, que nos permitirán “contar” la lámina. Nos interesa aquí quién, qué, dónde, cuándo, cómo, por qué, para qué: inventar una historia (Romea, 2012).
A continuación se traspone el contenido de la lámina a la experiencia personal. Se relaciona lo narrado en la lámina con las propias experiencias personales de los niños (Romea, 2012).
2. Lectura de tiras dibujadas con un mínimo de dos viñetas. En este caso hay que establecer una relación de las imágenes entre sí (Romea, 2012)
3. Narración de cuentos. El cuento ha de complacer a los niños y habrá que crear la atmósfera adecuada según el relato. El narrador debe mirar a los niños y gesticular. El tono de la voz será moderado. Conviene establecer comparaciones positivas entre los personajes y los oyentes. Antes de contarlo debe aprenderse de memoria para no dudar del texto durante el relato. Se deben recitar las fórmulas rimadas o las canciones siempre igual. También puede utilizarse un títere para llevar a cabo la narración o bien utilizar un teatrito de marionetas para el mismo fin. Otro apoyo para la narración del cuento pueden ser las diapositivas o los vídeos (Romea, 2012).
Por último, no hay que olvidar que la lengua es un vehículo para la transmisión de los saberes curriculares, ya que se está aprendiendo la lengua mientras se aprenden otras materias significativas. La formación en logopedia educativa es esencial para asesorar correctamente a los equipos docentes para trabajar el desarrollo del lenguaje oral en clase.