Ya es bien sabido que la neuroplasticidad cerebral parte de la estimulación ambiental, con lo cual, una falta de estimulación conlleva, lógicamente, un déficit como consecuencia de la hipofuncionalidad cerebral. En el caso del trastorno de déficit de atención (TDA-TDAH) existe una hipofuncionalidad de la corteza prefrontal, la cual se encarga de la función ejecutiva: cómo planificar una acción, iniciarla, regular si se está haciendo mal o bien, darse cuenta de los errores y corregirlos, ver si se está siguiendo un plan, evitar distracciones por estímulos irrelevantes, rechazar interferencias, ser flexible si las circunstancias cambian, y ser capaz de acabar una acción iniciada. Por ello, cuando observamos a niños con TDA-TDAH detectamos que comenten errores en estas áreas y presentan dificultades a la hora de realizar la mayoría de estas acciones.
Estudios recientes en neuroeducación han detectado que el lóbulo parietal que tiene un papel en el procesamiento de la información sensorial y el cerebelo, asociado al movimiento, también pueden estar implicados el TDAH.
Por su parte, la dopamina contribuye a la atención y la concentración. La vista desencadena una secreción de la dopamina que ayuda a la concentración y a la atención. Un estudio PET puso de manifiesto que en los adultos con TDAH, la actividad de la dopamina estaba deprimida en caudado y regiones límbicas, lo que puede contribuir al TDA-TDAH.
Sin embargo, en el estudio llevado a cabo por Soria-Claros, Serrano-Marugán, Quintero y Ortiz (2016) se encontró que la estimulación táctil regular permite un mayor número de conexiones sinápticas en áreas parieto-occipitales sobre todo en edades tempranas en las que la actividad parieto-occipital es mucho mayor que en las personas adultas, lo cual puede mejorar los síntomas del TDAH.
En el estudio, se aplicó un programa a alumnos con TDA-TDAH, de estimulación táctil pasiva con una repetición sistemática, ordenada y organizada de los estímulos táctiles con la finalidad de evaluar si así incrementaba la plasticidad cerebral parietal, responsable de la atención cortical posterior.
Se emplearon dos grupos de niños, el control, y el experimental, al que se le aplicaron potenciales evocados, es decir, marcadores específicos de la activación neuronal subyacente a diferentes tareas cognitivas principalmente relacionadas con procesos de atención, selección y memoria de trabajo.
Principalmente, se utilizó la onda N200 que es una onda negativa que aparece alrededor de los 200 milisegundos y que está asociada con el cambio del entorno de estímulo y ha sido interpretada como una etapa de filtrado automático para la atención selectiva hacia la novedad, y la onda P300, que es una onda positiva que ocurre alrededor de los 300 milisegundos después del inicio del estímulo y se asocia con la memoria de trabajo y la atención así como con procesos de decisión o clausura cognitiva.
Los resultados de la investigación indicaron una mejora sustancial en el grupo experimental al final del estudio, lo que indica el efecto de la estimulación a lo largo del curso escolar en los procesos atencionales de selección de respuesta y de control ejecutivo subyacentes a la onda N200 y P300. Las diferencias significativas entre el inicio y el final del estudio más importantes en la localización de fuentes de la onda N200 se encontraron solamente entre el grupo experimental durante la estimulación táctil en amplias áreas corticales posteriores temporales parietales y occipitales; mientras que en onda P300 se encontraron en amplias áreas corticales premotoras y parietales.
La mejora en los procesos atencionales y de la latencia de las ondas N200 y P300 en el grupo experimental va en la línea de otras investigaciones que justifican una gran mejora neurofisiológica del entrenamiento sensorial y cognitivo en la plasticidad cortical y en la mejora del aprendizaje y de la memoria.
En este sentido, el cerebro que se estimula a través de ambientes enriquecidos con múltiples y variadas estimulaciones, se desarrolla mucho más y mejora en distintos parámetros cognitivos, así como determinados circuitos cerebrales asociados con los procesos atencionales si se emplea la estimulación táctil pasiva que favorece la neuroplasticidad cerebral de áreas corticales posteriores. La formación de profesores y maestros en neuroeducación permite la optimización de capacidades tanto de niños con trastornos de aprendizaje como sin ellos.