Indudablemente tenemos una profesión en la cual el día a día se centra en emociones y en estar en contacto con el sufrimiento humano, haciendo que sea un trabajo muy demandante desde este punto de vista. Es cierto que la terapia la lleva a cabo el paciente, pero somos nosotros, los psicoterapeutas, quienes los guiamos y los acercamos al bienestar emocional. Pero esto no quiere decir que seamos “inmunes” a momentos difíciles en el trabajo o en nuestra vida cotidiana. Muchos estaremos familiarizados con la frase “pero si tú eres psicólogo, no deberías sentirte así” (y sus derivadas), invalidando constantemente nuestras emociones.
Si bien enseñamos a nuestros pacientes a acercarse y a hacer frente a sus emociones y problemas, nosotros también debemos hacer frente para tener mayor una apertura emocional, lo que se traduce en más empatía y que a su vez deriva en un mejor tratamiento. Una mala gestión emocional por nuestra parte no solo hará que la terapia sea poco provechosa para el paciente (y para nosotros, ya que esta relación es inmensamente enriquecedora) sino que estaremos en un constante malestar emocional. Es muy importante aprender a cuidar de nosotros mismos, y por eso hoy proponemos una serie de herramientas terapéuticas para el bienestar emocional del psicoterapeuta:
– Una señal de alarma que debemos tener en cuenta cuando nos encontramos con un caso difícil, es que nos encontramos constantemente pensando en ese paciente en particular. Podemos incluso tener malas noches y ver en otros pacientes como poder ayudar a ese en particular. Para esto, importantísimo, recordar que cada paciente es un mundo y que cada uno merece absolutamente toda nuestra atención.
– Deja tu trabajo en el despacho y evita llevar historias clínicas a casa: no por darle más vueltas a un caso, le haremos un favor a un paciente. Mantén una agenda específica para tu trabajo y dile a los pacientes cuál es tu horario de atención telefónica. No recibas llamadas ni mensajes antes o después de tu horario (hoy en día es muy fácil “engancharse” al trabajo y a la comunicación con nuestros pacientes) y, si puedes, ten tu número personal y uno específico para tu trabajo. Esto no quiere decir en ningún momento que nos olvidemos de ellos o que no les prestemos atención, pero sí está claro que debemos buscar nuestros propios espacios y desconectar del trabajo.
– Somos psicólogos en la consulta, fuera de ella somos uno más, con nuestros dilemas, nuestros problemas y nuestras tristezas: acércate a ellas con curiosidad y respeto hacia ti mismo. Asimismo, busca apoyo emocional en quienes te rodean, y evita esos “si eres psicólogo no debes sentirte así”. Es nuestra profesión, no lo que somos.
– Duerme bien, busca espacios de ocio y deporte, y aliméntate adecuadamente: si no puedes dormir las horas que son (entre 7 y 9) busca que sean placenteras y efectivas para tu descanso, dejando de lado móviles y televisión, y aprovecha este momento para tomar una infusión calmante, bajar las luces y disfrutar del inicio de tu descanso, siendo consciente de lo que haces en el momento.
Recuerda que tus horas libres son para ti, y es importante que no desconectes de aquello que te gusta hacer (aparte de tu trabajo): bailar, leer, ir al cine, ir a cenar, etc. No olvides hacer deporte: cualquier actividad que implique movimiento físico sirve. Pasamos muchas horas sentados y empiezan los dolores de espalda y cabeza: aprende algunos movimientos de yoga para estirar y mantener una postura correcta, y practícalos entre cada paciente. Notarás una diferencia importante incluso en tu nivel de atención.
A veces tenemos muchos pacientes seguidos, salimos tarde del despacho o incluso trabajamos en fines de semana y/o vacaciones, y en horas “raras” para ajustarnos a los horarios de los pacientes. Esto nos sobrecarga física y emocionalmente y necesitamos recomponernos. Procura dejar 5 o 10 minutos entre paciente y paciente para descargar y cerrar esa hora que acabas de tener antes de ver al siguiente paciente. Mantén siempre en tu despacho agua, frutas y pequeños snacks saludables (como frutos secos): mientras llega una hora en la cual te puedes sentar a comer, te mantendrán hidratado/a y con energía.
– Procura nunca ir a trabajar si estás enfermo/a. Puede parecer obvio, pero a veces nos tomamos algo que calme los síntomas y seguimos. Pero esto solo hace que no estemos centrados y poco a poco nos sentiremos peor. Si estás enfermo/a, cuídate: quédate en casa, come bien y deja el trabajo aparcado por un día o el tiempo que sea necesario. Hasta que estés totalmente recuperado/a, no vuelvas al despacho. Los pacientes te lo van a agradecer, no les hace bien verte sin energía, y seguro que te entenderán.
– Haz ejercicios de relajación, respiración y meditación. No solo lograremos relajarnos después de un intenso día de trabajo, sino que estaremos más centrados cuando lo necesitemos. Hacer ejercicios de meditación y mindfulness, incluso en terapia (o en esos 5 o 10 minutos entre pacientes), nos ayudará a mantener la energía, ser más empáticos y practicar la compasión hacia nosotros mismos.
No nos escudemos en el refrán “en casa de herrero, cuchillo de palo” y hagámonos responsables de nuestro bienestar emocional.
Muchos de estos ejercicios serán muy similares a aquellos que les proponemos a los pacientes, así que conocemos como funcionan en la teoría. Quienes mejor que nosotros para hacer uso de ellos y dar lo mejor de nosotros en cada sesión y con cada paciente. El Máster en Psicoterapia del Bienestar Emocional de ISEP te dará todas las herramientas necesarias para trabajar en pro de tus pacientes, pero, además, para trabajar por tu propio bienestar emocional.