¿Qué pasaría si con cada árbol que plantáramos, estuviéramos sembrando esperanza en un entorno asediado por la violencia?
Eso es exactamente lo que la Universidad ISEP junto con su equipo de colaboradores administrativos hicieron. En un esfuerzo conjunto para rehabilitar un parque local, no sólo levantaron palas y escobas, sino también el espíritu de toda una comunidad.
En tiempos donde las noticias sobre violencia y desolación dominan las conversaciones del día a día en la ciudad donde están ubicadas las oficinas adminstrativas, los colaboradores decidieron que la mejor respuesta era construir algo duradero: un espacio donde las nuevas generaciones puedan correr, jugar y soñar con un futuro mejor.
Unidos por el Cambio
Bajo el cálido sol de la mañana, el equipo de la Universidad ISEP dejó las oficinas para tomar herramientas de limpieza y, con ellas, la responsabilidad de transformar su entorno. De la mano de la IAP “Parques Alegres” y con el generoso apoyo del Jardín Botánico, que donó 100 árboles, lograron sembrar vida en cuatro parques de la ciudad. Pero no se trataba solo de plantar árboles; este acto fue mucho más profundo. Fue una declaración de resistencia y amor por su comunidad.
En uno de los parques rehabilitados, los colaboradores administrativos no solo ayudaron con la limpieza, la pintura y la arborización, sino que también participaron en la siembra de los árboles, dejando claro que pequeñas acciones pueden generar grandes cambios.
En un parque que renace, una comunidad se fortalece
Nayeli Tamayo, subdirectora de la Universidad ISEP, fue contundente al expresar la importancia de este esfuerzo. Para ella, este proyecto va más allá del simple cuidado ambiental:
“Más que una causa ecológica, esto es un acto de resistencia”, afirmó, refiriéndose a los recientes episodios de violencia que han azotado al estado y al país.
En un entorno tan desafiante, Nayeli Tamayo explicó que este tipo de acciones no solo recuperan espacios físicos, sino que también fomentan la creación de entornos saludables para la niñez y juventud.
“Queremos que nuestros hijos crezcan en un lugar donde puedan correr y jugar en paz, lejos de la realidad de violencia que tristemente nos rodea”, dijo con determinación.
Y es que contar con espacios abiertos en buenas condiciones permite que los niños crezcan en un ambiente más sano, donde el deporte y el juego no solo son posibles, sino seguros.
La respuesta de la comunidad.
Maricela Sáenz, representante de la IAP “Parques Alegres”, expresó su agradecimiento a la institución por su apoyo y destacó el impacto positivo que estas iniciativas tienen en la comunidad: “Acciones como estas no solo mejoran la seguridad, sino que también logran unir a los vecinos. Cuando la gente ve que su entorno cambia, recuperan la esperanza. Es la prueba de que, aunque pequeñas, las acciones pueden hacer una gran diferencia”.
Para los vecinos, como la señora Concepción Jiménez, la rehabilitación del parque es un cambio tangible que beneficiará directamente a sus hijos: “Ahora, nuestros niños tienen un lugar digno donde jugar y disfrutar sin miedo”, comentó emocionada. Lo que antes era un espacio descuidado, ahora se ha convertido en un lugar de encuentro para la comunidad, un símbolo de lo que se puede lograr cuando todos suman esfuerzos.
Más que solo árboles
El equipo administrativo de la Universidad ISEP se involucró en cada parte del proceso. No solo fue cuestión de plantar árboles y aplicar una mano de pintura; fue un acto de compromiso. Cada golpe de escoba, cada brote sembrado, fue un recordatorio de que pequeñas acciones pueden generar un cambio positivo duradero.
Y es que no hay acto más poderoso que el de resistir ante la adversidad con gestos de amor y cuidado. Mientras otros eligen el camino de la desesperanza, se decidió trabajar por un futuro mejor, convencidos de que un entorno más limpio y saludable es un paso firme hacia la construcción de una sociedad más justa.
Un Llamado a la Acción
Al concluir esta jornada de trabajo, Nayeli López Tamayo hizo un llamado no solo a los colaboradores, sino a toda la comunidad: “Agradezco profundamente a cada persona que dedicó su tiempo y esfuerzo a esta causa. Esto es solo el comienzo. Si cada uno de nosotros pone un granito de arena, podemos construir un mejor futuro para nuestros hijos.”
Este acto de amor hacia la comunidad no es una acción aislada; es una invitación abierta a que todos nos unamos por el bien común. Porque al final del día, la resistencia no solo está en enfrentarse a las adversidades, sino en responder con acciones que siembren esperanza.
Un Futuro verde y solidario
Este tipo de iniciativas nos recuerdan que, a pesar de las dificultades que enfrentamos como sociedad, siempre existe la posibilidad de cambiar nuestro entorno para mejor. Con el apoyo de instituciones como la Universidad ISEP y organizaciones como la IAP “Parques Alegres”, es posible recuperar espacios para nuestras familias, nuestros niños y nuestros vecinos.
Y en cada parque rehabilitado, en cada árbol plantado, está la semilla de un futuro más verde, más pacífico y más solidario.