Es importante tener en cuenta que tanto la escritura como la lectura (lenguaje escrito) están estrechamente relacionadas con la audición y el habla (lenguaje verbal) y las capacidades del lenguaje oral y escrito comparten muchos mecanismos cerebrales (Redolar, 2007). El siguiente post trata sobre un tipo específico de alteración en la expresión escrita del lenguaje, la disgrafía.
En la mayoría de las personas, el hemisferio cerebral izquierdo es el responsable de la comprensión y producción del lenguaje oral y escrito, sin embargo, el hemisferio derecho también posee capacidades lingüísticas.
¿Qué es la disgrafía?
Desde un punto de vista clínico, cuando se habla de disfunciones en la comunicación escrita (lectura y escritura) se suelen emplear los prefijos –a o –dis dependiendo del momento en el que se produce la alteración. Se habla de agrafia cuando tras una lesión cerebral queda alterada la capacidad de escribir, y si la pérdida implica a la lectura, alexia. En el caso de que la alteración conlleve una disrupción en el desarrollo normal de un individuo, las alteraciones de la lectura se englobarán dentro de las dislexias y en el caso de la alteración de la escritura se habla de disgrafía (Redolar, 2007). Por lo tanto, cabe esperar que detrás de este trastorno haya una disfunción en el desarrollo de los procesos y/o estructuras relacionados con la adquisición de la expresión escrita del lenguaje.
La escritura implica una serie de procesos que organizados y secuenciados correctamente, permiten representar las características fonológicas, semánticas, sintácticas y pragmáticas del lenguaje. (Rosselli, Matute y Ardilla., 2010).
La alteración en uno o varios de estos procesos conlleva una pobre capacidad para componer textos, tanto con escritura a mano, como con máquina, con errores gramaticales y/o de puntuación, así como en la elaboración de frases, escasa organización de los párrafos, errores ortográficos y una grafía excesivamente deficiente.
Según la Asociación Americana de Psiquiatría (2003), el trastorno de la expresión escrita del lenguaje no suele darse de forma aislada, sino en conjunto con otros trastornos del aprendizaje como la dislexia o discalculia, pudiendo además ir acompañado de otras dificultades del lenguaje, perceptivas o motoras. En cuanto a su etiología no se puede buscar una única causa ya que los trastornos del aprendizaje (en los cuales se engloba la disgrafía) dependen tanto de factores genéticos como ambientales.
En relación al daño neurológico subyacente, estudios llevados a cabo en adultos con lesiones cerebrales han puesto de manifiesto que la localización de una determinada lesión cerebral se relaciona con los síntomas del cuadro de agrafia (trastorno adquirido de la escritura), lo que permite establecer inferencias sobre qué áreas cerebrales están implicadas en la escritura. Sin embargo, no es posible localizar una única región cortical específica en relación con la escritura dada la complejidad de esta función cognitiva. (Rosselli y col.,2010)
El cerebro y el proceso de mecanismo de escritura
Para ilustrar la participación cerebral en los principales mecanismos de la escritura Serratrice y Habib (1997) dividen este proceso en tres etapas:
Percepción y comprensión cerebral
La primera es la percepción y comprensión por parte del cerebro del mensaje al ser escrito. Esta función es desempeñada por la corteza cerebral auditiva primaria de ambos hemisferios y por la corteza temporal asociativa del hemisferio izquierdo. Cuando se trata de la comprensión de mensajes visuales intervienen las áreas visuales (áreas primarias y asociativas visuales específicas).
Transcodificación del mensaje
La segunda etapa del proceso es la transcodificación del mensaje y es la más compleja de las tres. En ella se realizan los procesos integradores de conversión de los mensajes percibidos en formas escritas (palabras). Las zonas implicadas son dos regiones de la corteza asociativa, lo que se conoce como la encrucijada temporo-parieto-occipital izquierda.
Transmisión del mensaje
En la última etapa el mensaje se transmite a la corteza motora primaria con el fin de concretar el movimiento. Son muchas las regiones cerebrales que participan en conjunto con estas áreas aportando información suplementaria pero indispensable. Por ejemplo, el hipocampo y la corteza sensorial asociativa son esenciales en los aspectos relacionados con la memoria, el hemisferio derecho en los aspectos espaciales y la visión global de la palabra escrita, y las zonas prefrontales en las funciones ejecutivas implicadas (como la planificación del texto, el mantenimiento del objetivo y la consecución del mismo entre otros).
En conclusión, y a pesar de que no hay un acuerdo total, la hipótesis es que subyacente a estos problemas hay fundamentalmente un problema del lenguaje mediado por el hemisferio izquierdo (Rosselli y col., 2010).
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